Dos palabras, que tienen la habilidad de confundirnos y paralizarnos. A veces llegamos a un punto de ansiedad tan intenso, que preferimos no hacer nada. Esta reacción la compartimos muchos, incluso cuando trabajamos en conservación. Pero, quisiéramos ayudarte a entender qué es y qué puedes hacer al respecto para bajar tu nivel de ansiedad y subirle tus ganas de experimentar acciones transformativas.
Por Victoria Chiriboga

Queremos explicar el cambio climático hablando de Venus. Nuestro vecino que en muchos aspectos es similar a nosotros, pero aun así no hay vida, como hay en la Tierra. ¿Por qué? Venus y la Tierra son como primas, muy muy similares, pero al final del día con distinciones elementales que las convierten en 2 personas diferentes. Tenemos un tamaño bastante similar, una distancia al sol relativamente cercana y finalmente contienen la misma cantidad de carbono.
Con estas 3 cosas, ¿por qué no podemos vivir en Venus? El secreto está en donde cada uno de estos planetas almacenan sus reservas de carbono. La tierra, al ser uno de los planetas más fascinantes del sistema solar, desarrolló la habilidad de comprimir sus reservas de carbono en su corteza. Esto le permite tener una temperatura promedio de 15oC. Por otro lado, Venus almacena sus reservas de carbono en la atmósfera, haciendo que las temperaturas promedio de 475oC.
Con esta simple distinción, queda un poco más visible el hecho de que la liberación de carbono a la atmósfera hace que la temperatura suba drásticamente, hasta que no pueda sostener vida. La vida en la tierra se ha desarrollado y evolucionado con el objetivo de poder regresar el carbono a su corteza y así mantener la temperatura ideal para todos los organismos. En cuanto introducimos prácticas que liberan el carbono a la atmósfera, sin planes de hacerlo regresar, es cuando se comienza a almacenar en la atmósfera e incrementar la temperatura.
Desafortunadamente las prácticas de las que dependen muchos de los servicios básicos que necesitamos todos los días, como: el petróleo, gas natural, minerales, agricultura y fabricación de productos, son de aspecto extractivo. Esto quiere decir que extraen o remueven el carbono para ser liberado y acumulado en la atmósfera. Al mismo tiempo, estas prácticas no cuentan con la habilidad de regresar el carbono a la corteza, y aquí es donde comienza el famoso proceso de “efecto invernadero”. Una vez que estas prácticas liberan el carbono, este se junta con el oxígeno, formando el dióxido de carbono.
Si quitamos de la ecuación las prácticas extractivas, por un segundo, la liberación de dióxido de carbono es parte del proceso más básico de los seres vivos: la respiración. Los humanos y animales inhalamos oxígeno y exhalamos dióxido de carbono. Y a la inversa, el diseño más perfecto de la tierra, las plantas inhalan dióxido de carbono y exhalan oxígeno. Esta emisión, y acumulación pequeña permite que la atmósfera pueda atrapar la temperatura de los rayos solares y mantener su temperatura atmosférica.
Con respecto al diseño tan increíblemente perfecto de la relación que tenemos con las plantas, introduzco la importancia de la conservación de ecosistemas que nos ayuden con esta captura. Uno de los jugadores estrella es el bosque. Los bosques funcionan como filtros gigantes de carbono donde no solo se transforma en oxígeno, sino que ese carbono se acumula creando la masa física de las especies de fauna, flora y microorganismos que lo habitan. Especialmente bosques aledaños a ciudades grandes tienen un rol elemental de absorber y transformar el carbono que se emite. Es por esto que evitar la deforestación es un pilar básico para la conservación y mitigación del cambio climático.
El problema del cambio climático es enorme y tiene un largo tramo de consecuencias alrededor del mundo. Tanto sociales, económicas y ecológicas. El incremento de temperaturas atmosféricas causa un desbalance en el funcionamiento de los ecosistemas, poniendo en riesgo también su habilidad de poder capturar o filtrar las emisiones de carbono. Nos asusta porque de alguna manera es desconocido, pero el conocimiento tiene una habilidad casi sobrenatural de liberar el miedo y transformarlo en acciones y soluciones. El momento en que logramos entenderlo de la manera más simple: carbono bajo tierra, solución, carbono en la atmósfera, problema, comenzamos a entender que debemos darle prioridad a aquellas actividades y procesos que puedan mantener ese ciclo.