Según la Real Academia de la Lengua, guardián es una persona que cuida o que guarda algo, pero fuera de esa definición estricta, también es posible pensar en guardianes no humanos, como un perro o cualquier otro animal que defiende o resguarda.
Por Paula Iturralde-Pólit

Actualmente, la tecnología se ha vuelto mucho más sofisticada y de una u otra manera también se ha convertido en guardiana: una cámara de vigilancia, un sensor de velocidad, o tecnologías de seguridad digital. En cualquier caso, la misión es proteger algo valioso de algo potencialmente peligroso.
Guardianes del Bosque, como su nombre lo dice, es un proyecto que tiene como objetivo salvaguardar la integridad del bosque protegido de las Reservas Mashpi y Tayra -en el noroccidente de Quito, dentro de la Reserva de la Biósfera del Chocó Andino-, con la tecnología al servicio de la conservación.
Mediante el uso de una grabadora de audio automática, permanentemente activada y monitoreada y ubicada en una zona estratégica dentro del bosque, se detectan los sonidos en el preciso instante en el que suceden. Pueden ser tanto sonidos naturales como causados por el hombre en cuyo caso, se presta especial atención a los que provienen de actividades ilegales como el ruido de una motosierra, que nos indica que hay alguien que podría tener la intención de cortar un árbol, o el estruendo de una escopeta que indica la presencia de posibles cazadores. Ante estas amenazas, se aprovecha la tecnología para activar una alarma en tiempo real que genera una respuesta inmediata para que un guarda parques acuda al lugar exacto de donde se detectó el sonido y evitar que algo malo ocurra.
Baja la app de Rainforest Connection para escuchar los Guardianes del Bosque en Mashpi en vivo:
Mashpi Lodge y Fundación Futuro, junto a la organización de conservación ambiental estadudidense Rainforest Connection, han utilizado esta tecnología desde el año 2019 y han logrado evitar decenas de acciones de peligro dentro las Reservas mencionadas, que juntas conservan ~2,600 hectáreas de bosque nativo.
Ahora, el objetivo es aprovechar esta misma tecnología para ir un paso (o varios) más adelante. ¿Por qué no, además de monitorear ruidos de actividades ilegales, intentar identificar sonidos de la fauna presente en cada lugar? ¿Por qué no involucrar a quienes visiten el bosque para que sean testigos del trabajo de Guardianes del Bosque?
¡Escucha los sonidos de la reserva mientras lee este articulo!
https://soundcloud.com/mashpilodge/el-comienzo-del-silenci
La ciencia de los sonidos del bosque
Puede parecer complicado pensar en grabar todos los sonidos del bosque, pero vamos por partes. En la naturaleza, podemos escuchar la lluvia, el viento, el canto de las aves, chirridos de insectos, vocalizaciones de anfibios y mamíferos, o de cualquier otro animal que emita señales acústicas. Hay decenas de sonidos que ocurren en simultáneo.

Mono aullador (Alouatta palliata) en Mashpi (foto: Carlos Morochz)
Por un lado, los biológicos, a los que se denomina biofonía, como el de un mono capuchino cuando llama a su manada, un tucán que advierte su presencia en el lugar que eligió para descansar, una rana arborícola que inicia su canto de anuncio para encontrar pareja, o el casi ensordecedor concierto de cigarras cuando llega el atardecer. Éstos, suelen ir acompañados de sonidos como el de la lluvia, el murmullo del viento o el de la corriente de un río y la danza ininterrumpida de sus aguas, a los que se los denomina geofonía. Finalmente, los producidos por el ser humano, conocidos como antropofonía, como el de la motosierra, una escopeta u otros.
En conjunto, todos conforman el paisaje sonoro, es decir las propiedades acústicas de un área particular. Es como el concierto de voces que percibimos a nuestro alrededor, aunque no siempre podamos separarlas y diferenciarlas. De hecho, es uno de los problemas más comunes porque cuando varios sonidos ocurren al unísono, es imposible a nuestros oídos descubrir o interpretar cada uno por separado. Al no tener la habilidad de discernir sonidos como lo hacemos con los colores de un paisaje visual, nos acostumbramos a escuchar el paisaje sonoro como una sola melodía, pero sin reconocer los acordes individuales. Lo podríamos hacer mediante el uso de algunas herramientas tecnológicas, siempre y cuando se entregue previamente cierta información indispensable.

Para entenderlo, es necesario hablar de bioacústica. Es la ciencia que estudia los sonidos de la naturaleza, especialmente de animales, y los interpreta para conocer la biodiversidad de un lugar, para entender el comportamiento, y para evaluar la comunicación o interacciones sonoras entre animales. Desde hace varios años, se ha utilizado para identificar especies de acuerdo a las características de las señales acústicas que emiten. En la actualidad, el uso de grabadores de audio automáticos ha incrementado para estudiar la diversidad de especies con una inversión mínima de tiempo en campo y sin disturbio a la vida salvaje. Es una metodología útil para áreas de difícil acceso, y para lugares con mucha vegetación que limita la visibilidad de las especies.

Años de investigación han permitido generar bases de datos, también llamadas librerías acústicas, que contienen los detalles de vocalizaciones de diferentes especies que la tecnología de Guardianes del Bosque utiliza para hacer monitoreos permanentes, registrar organismos que no son tan fáciles detectar a simple vista e identificar de qué especie se trata. Así, además proteger, se convierten en conocedores del bosque. ¿Cómo?

La inteligencia artificial detrás de Guardianes del Bosque
Los “Guardianes” son grabadores automáticos que vistos desde arriba se asemejan a un molino de viento, pero con ocho aspas fijas, que son en realidad paneles solares orientados hacia la copa de los árboles con el objetivo de que capten la luz del sol para proveer de energía a la estructura interior. Son a prueba de agua y tiene ensamblados micrófonos que detectan sonidos (y ultrasonidos) los 365 días del año; se guardan en una memoria interna, a la vez que utilizan la señal de celular para enviar la información a la plataforma de Rainforest Connection para monitorear los sonidos en tiempo real. La plataforma fue desarrollada para facilitar el manejo de la gran cantidad de información acústica que se genera a través de los grabadores; para tener una idea, cada “Guardián” puede enviar más de 50 000 archivos de sonido de un minuto en un solo año.
Baja la app de Rainforest Connection para escuchar los Guardianes del Bosque en Mashpi en vivo:
Uno de los retos más grandes es el análisis de tal cantidad de información. Por eso, ha sido esencial el desarrollo de algoritmos matemáticos que aplican la tecnología de reconocimiento de sonido mediante el uso de varios modelos estadísticos complejos. El propósito es lograr detectar las coincidencias o patrones similares entre los archivos de los grabadores autónomos con los de las librerías acústicas que sirven como base para identificar en pocos minutos miles de especies de ranas, murciélagos, aves, etc. De esta manera, se detecta la presencia o ausencia de algunas especies y se determina la diversidad acústica en cada lugar. Las grabaciones del paisaje sonoro en conjunto, son útiles para estimar la salud de un bosque y cambios en el paisaje, mientras que los sonidos de cada especie por separado, ayudan a hacer une evaluación de la abundancia o diversidad y catalizar el descubrimiento de nuevas especies o registros.

En las Reservas Mashpi y Tayra, cada uno de los 10 Guardianes tiene un nombre y ubicación exactas dentro del bosque y gracias a la inteligencia artificial, y al proyecto Guardianes del Bosque, obtienen un mapa individual de cada especie que haya sido detectada acústicamente. En este caso, la posición de los grabadores está representada por un punto en el mapa, cuyo tamaño cambia de acuerdo a la cantidad de veces que fue detectada la señal de esa especie y así determinar los lugares donde prefieren estar. El algoritmo, también calcula la frecuencia de detección según la hora del día de manera que sabemos las horas de mayor actividad, lo que contribuye a conocer cómo se comportan las especies en cada lugar.

El monitoreo en tiempo real empodera a investigadores y conservacionistas, pero también a ciudadanos que quieren entender mejor qué tipo de acciones se necesitan para mejorar los programas de protección. Se utiliza para evaluar cambios en diversidad a lo largo del tiempo, estimar impactos en la dinámica de las poblaciones, y contribuye con información para educar a más personas. En definitiva, proyectos como “Guardianes del Bosque” une a científicos, conservacionistas y ciudadanos cada vez que son partícipes de las ventajas del proyecto y comparten la información que se obtiene de las grabaciones.