En un mundo cada vez más digitalizado nos hemos aislado de la naturaleza y disminuido nuestra intención de buscar conexión con ella. Sin embargo, es posible aprovechar la misma tecnología para difundir y compartir las historias del mundo natural y reconectarnos con él desde una perspectiva quizás no tan tradicional: el sonido.

Los guardianes del Refugio de Vida Silvestre Mashpi – Tayra es un proyecto de Fundación Futuro que utiliza grabadoras de sonido ubicadas estratégicamente dentro de sus reservas y que nació con el objetivo de salvaguardar la integridad de las áreas que protegen al detectar sonidos que representen un peligro. Luego, aprovecharon el poder de la herramienta para obtener más ventajas, y así, convirtieron a los Guardianes del Bosque en un aliado para asociar sonidos no humanos, y hacer que trascienda la conexión con la naturaleza y con la escucha a niveles más altos.
El 80% de la información que recibe nuestro cerebro viene de estímulos visuales como fotos o videos, por lo que aprovechar la tecnología para escuchar al bosque no resulta una actividad tan evidente. En la naturaleza, nos detenemos a observar, identificar colores y formas, pero a los sonidos, los interpretamos como la melodía de fondo sin pensar en las historias que se esconden detrás de ellos. Lo paradójico es que el sonido guarda tanta o más información que la que obtenemos a través de la vista, porque aquellos animales que podrían pasar inadvertidos por su capacidad de esconderse en lo frondoso de una selva prístina, emiten vocalizaciones que delatan su presencia. De hecho, la escucha profunda aún es un arte que se practica para revelar las verdades de la naturaleza.
La bioacústica estudia sonidos producidos por los animales y permite digitalizar las conversaciones que se esconden en un bosque. Es una ciencia que ha tomado ventaja de los avances tecnológicos para usar sensores cada vez más sofisticados que graban sonido automáticamente sin necesidad de supervisión permanente. Si bien esto responde a la recurrente exigencia de obtener más información con menos esfuerzo, no hay duda que son una herramienta poderosa para estudiar la ecología de las especies y aplicarlos a conservación y estudios de biodiversidad. Se trata de sensores con micrófonos ensamblados que, ubicados en áreas de difícil acceso, pueden permanecer activos días enteros. De ahí, se obtiene información sin que esto represente extensas jornadas de trabajo en campo.
Así fue que Fundación Futuro en un proyecto ambicioso junto a Rainforest Connection utilizó los micrófonos e inteligencia artificial, para identificar la diversidad de aves presentes en su reserva y determinar la relevancia de las especies como indicadores de la calidad del bosque. Para hacerlo correctamente, primero fue necesario elaborar una librería acústica a partir de cantos de especies conocidas, utilizando la grabación como una imagen donde se detallan patrones de sonido difíciles de detectar por oídos poco entrenados. Esa información alimenta la librería que luego será la guía para identificar vocalizaciones de otros individuos.
El reto de esta metodología, está en la capacidad de identificación correcta de las vocalizaciones. Los sonidos en la naturaleza son variables y existen especies con cantos similares por lo que se requiere cientos de grabaciones para que el sistema identifique aciertos y errores e incrementar la eficacia de la librería. Aunque es complejo, no es necesario entender la matemática atrás de este proceso, más bien se trata de no sobreestimar la capacidad de estas grabadoras y de la inteligencia artificial a cargo de identificar especies.

A pesar de su poderosa información y capacidad de respuesta, la verificación manual no es una alternativa. La experiencia humana se vuelve esencial, por un lado, para “entrenar” a la inteligencia artificial y por otro para corroborar que las identificaciones automáticas sean correctas. En este proyecto, Manuel Sánchez Nivicela fue la persona con oído experto que trabajó con miles de grabaciones para ser quien indirectamente guíe el proceso de identificación a través del sistema de inteligencia artificial. Además, pudo determinar aquellos espacios estratégicos dentro de la reserva donde interactúan especies clave que proveen información sobre el estado de salud del bosque.
Los Guardianes del Bosque entonces, se convierten en una herramienta de apoyo intermediaria para procesar una gran cantidad de datos. Intermediaria porque funciona a través de un entrenamiento previo y de una verificación de datos posterior por parte del oído experto. Aun así, para Fundación Futuro, la opción de hacer registros permanentes de vocalizaciones de aves permite fortalecer las metodologías de colecta de datos e implementarlas en estrategias poderosas y confiables de conservación que lideren acciones de preservación de la naturaleza.

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