Seleccionar página
Redes de mujeres en el Chocó Andino: una realidad que se consolida a través de la creatividad y el empoderamiento

Mujeres de comunidades del Chocó Andino se fortalecen, revalorizan sus conocimientos y son reconocidas por su trabajo y su papel como guardianas de una sociedad más verde. Empoderadas y decididas a crear redes de apoyo demuestran que sus propios saberes son el impulso necesario para el desarrollo de proyectos independientes y sostenibles en el tiempo fortalecen

Por Paula Iturralde-Pólit

Las mujeres en comunidades rurales son custodias del conocimiento tradicional; sus actividades están relacionadas al trabajo de la tierra y el hogar, pero su labor imprescindible ha sido históricamente invisibilizada. Aún es común romantizar el trabajo de las mujeres, especialmente en zonas rurales donde se las reconoce como “cuidadoras” de sus casas y del medio ambiente. Cumplen tareas de vital importancia para la sociedad, pero sus esfuerzos y conocimientos no son remunerados ni existe un interés auténtico de que lo sea. Por eso, es necesario impulsar procesos de empoderamiento para que más mujeres fortalezcan sus conocimientos, compartan sus saberes y reconozcan la relevancia de su propio trabajo y de los papeles que cumplen en cada espacio en el que se desenvuelven, ya sea con su familia, escuelas, comunidades o directivas.


Desde el 2019, la Fundación Futuro acompaña el proceso de resiliencia y empoderamiento de mujeres como parte de su propósito de desarrollar actividades de manejo sostenible en las comunidades aledañas a sus reservas Mashpi y Tayra. La fundación ha elaborado una guía conceptual y una metodológica como resultado de un arduo trabajo y parte de un proceso de adaptación para fortalecer la autoconfianza de mujeres, para que asuman su papel como tomadoras de decisiones, para que desarrollen actividades innovadoras, que potencien sus capacidades de enfrentar desafíos y que se respalden en su propio conocimiento para superar barreras.

Así, Fundación Futuro ha logrado impulsar la creación de nuevas oportunidades de ingresos dentro de comunidades para encaminarlas hacia la sostenibilidad ambiental y resguardar la soberanía alimentaria desde la recuperación de los saberes ancestrales.

“La facilitadora invita a las mujeres a moverse por un espacio, haciendo conciencia de sus movimientos, sus gestos, su postura y su respiración”. Es una de las indicaciones que describe la guía de empoderamiento de mujeres donde las actividades se llevan a cabo con movimientos, gestos y abrazos, o desde el habla y la escritura.

“La facilitadora promueve el movimiento y ritmo en las mujeres desde la danza, recorriendo y vivenciando la conexión con su cuerpo”. En el movimiento se reconoce a los cuerpos como territorios vivos donde habitan huellas, heridas, saberes, sueños y conocimiento. Por eso, la metodología basa su trabajo en el cuerpo de cada mujer de manera integral y rescata su valor al momento de reconocer sentimientos y expresiones. El movimiento concede la formación círculos de confianza que se convierten en la puerta de entrada para superar limitaciones, miedos y barreras de soledad o aislamiento.

Durante el proceso, las mujeres respondieron a preguntas para re-conocer sus propias realidades y las de otras, re-conocer perspectivas y empatizar desde el sentirse vulnerables para dejar la entrada libre al miedo, el dolor, y la tristeza. Estos sentimientos coexisten con la alegría y el valor como vínculo para compartir experiencias donde la imaginación cobra vida para que las mujeres descubran que al expresar sentimientos y juntar experiencias o saberes todas ganan. El conocimiento se adquiere a través de la capacidad para identificar, observar y analizar hechos, pero es tan vasto que no es posible aprenderlo todo. La fusión de saberes se convierte entonces en el arma más poderosa para que el conocimiento transcienda en busca del camino que se alinea a un objetivo en común.

Así, las mujeres de las comunidades rurales descubrieron que las fortalezas se multiplican cuando son compartidas, que es el momento en el que las ideas germinan y que juntas convierten a sus experiencias en la energía necesaria para cosechar resultados y para mantener activo el motor que las impulsa a seguir creando. Cada aprendizaje se mantiene como una alarma que les recuerda el camino que han elegido seguir. Es el vínculo que fortalece sus interrelaciones gracias a la convivencia para la solución efectiva de conflictos y la celebración compartida de sus triunfos.

Las mujeres ejercen cada vez más papeles de liderazgo, y han afirmado el tejido social comunitario, han logrado enriquecerse como personas y han aprendido a trabajar en comunidad, a convivir y compartir. La materialización de este trabajo, se expresa a través de la Asociación de Mujeres Emprendedoras de Guayabillas (ASOMEG). Esta asociación fue creada por un grupo de nueve mujeres que ahora gestionan constantemente sus propios proyectos y tienen emprendimientos en base a la producción y elaboración de alimentos orgánicos que promueven tanto la sostenibilidad ambiental como económica dentro de sus comunidades.

Los resultados de este proceso de empoderamiento son tangibles. Revela que, aunque las mujeres hayan sido históricamente silenciadas y violentadas, el hecho de tener la oportunidad de descubrir su propia esencia les da el valor para demostrar su independencia, creatividad y capacidad individual. Ninguna lucha tiene sentido mientras haya personas a las que no se les permite levantar la voz y se ha demostrado que cuando las mujeres participan en la toma de decisiones, la sociedad podrá moverse más rápido hacia la meta de un futuro sostenible tanto económica, social como ambientalmente.

Descargar la GUÍA METODOLÓGICA Y CONCEPTUAL y GUíA RÁPIDA:

Noticias que podrían interesarte:

Share This