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Restaurar y reforestar en comunidad

¿Cuántas veces has leído o escuchado que Ecuador es un país megadiverso? No importa a qué parte del país vayamos, siempre podremos descubrir un sinnúmero de especies a nuestro alrededor en su labor diaria por conseguir nutrientes y energía. Quizás, algo que no sea tan evidente observar, es la interacción entre las especies que encontremos, y será aún más complicado si esas especies no son visibles a nuestros ojos (bacterias, pequeños insectos, etc).

Por Paula Iturralde

Foto: Estefanía Bravo

Foto: Estefanía Bravo

Sin embargo, hay que reconocer que, gracias a complejas interacciones, podemos gozar de un mosaico de colores plasmados en paisajes ecológicos que nos proveen de cosas tan esenciales como agua, alimento y oxígeno para respirar.

Solo con hacer una búsqueda rápida en la web sobre “naciones megadiversas”, podremos ver a Ecuador en esta lista. Bosques, ríos, montañas, playas; y en cada sitio una gran variedad de plantas, hongos, insectos, vertebrados y millones de microorganismos. Mucho de lo que ya conocemos y tanto que aún nos falta por descubrir y proteger. Quizás, al pensar en esta característica, lo primero que se nos viene a la mente sean los bosques húmedos de la Amazonía. Es obvio, por ser una de las áreas más reconocidas por la variedad de especies de flora y fauna que alberga. Sin embargo, hay que mencionar también que tan grandiosa biodiversidad, es gracias a la confluencia de otras dos grandes bio-regiones que proveen variabilidad estacional y climática; sumado al imponente gradiente altitudinal de nuestras montañas: Los Andes Tropicales dividen al país longitudinalmente en la parte central, y la región de Tumbes-Chocó-Magdalena recorre la costa de norte a sur.

En términos generales, estas regiones separan el Ecuador en Costa, Sierra y Amazonía, pero cada una está dividida en “mini regiones”, con sutiles (o no tan sutiles) diferencias climáticas que son, a breves rasgos las que definen tipos de vegetación, y que se convierten en protagonistas de 91 escenarios diferentes a los que llamamos ecosistemas. Cada uno tiene características específicas que ofrecen refugio solo a las especies que se adapten a vivir en esas condiciones; que puedan interactuar entre las que estén presentes, y que dependan unas de otras para mantener el equilibrio necesario de nutrientes y energía que dan vitalidad al bosque. Cuando hablamos de biodiversidad, incluimos la variedad de formas de vida (plantas, animales, virus o bacterias), pero además los espacios en los que habitan, es decir, los ecosistemas. Las condiciones geográficas y climáticas del Ecuador, han permitido la formación de vidas diversas extraordinarias que tenemos la suerte de poder curiosear y la responsabilidad de proteger.

El Chocó Andino, tiene una particularidad porque está ubicado en una zona estratégica entre los Andes Tropicales y el Chocó. Cubre una zona que va desde los 360 a los 4480 metros sobre el nivel del mar, y contiene bosques secos, pre-montanos, nublados, andinos y el páramo. Es una región que todavía se considera como terra incognita, porque nuevas especies y registros se reportan periódicamente. Es un refugio natural incalculable, algunas especies son únicas en la zona y muchas otras aún ni siquiera sabemos que están ahí. Un pequeño fragmento de área protegida en esta zona que abarque menos del 1% del territorio del país, puede albergar hasta el 12% de toda la biodiversidad.

Sin embargo, al igual que todos nuestros ecosistemas, son vulnerables a la actividad humana: la sobreexplotación y contaminación de fuentes de agua por actividades ganaderas y extractivas, la extracción ilegal de madera, la construcción de infraestructuras y la acelerada expansión de asentamientos urbanos, reducen las áreas naturales. Casi la tercera parte de la provincia de Pichincha corresponde al Chocó Andino, que en el 2018 fue declarada como Reserva de la Biósfera. Este título trae consigo la responsabilidad de conciliar la biodiversidad y la presencia humana a través de actividades de uso sostenible de los recursos naturales.

La Reserva Mashpi y Reserva Tayra de Fundación Futuro, son áreas cruciales para la conservación de la biodiversidad y la recuperación de zonas afectadas por intervenciones antrópicas. Entre ambas áreas, protegen 2500 hectáreas de bosque nativo, y con ellas toda la vida que ahí habita. En ese pedazo de tierra podemos encontrar miles de especies de plantas, donde más de 100 son orquídeas; cerca de 400 especies de aves; más de 100 especies de anfibios y reptiles, y aproximadamente, el mismo número de mamíferos, siendo el Oso Andino uno de los más icónicos. Fundación Futuro además da soporte a las áreas aledañas como “zonas de amortiguamiento”, donde se promueven actividades económicas de manejo sostenible y responsable. Cabe mencionar el apoyo al proyecto del Círculo de Mujeres de Mashpi y a la Asociación de Mujeres Emprendedoras de Guayabillas que garantiza la producción y acceso a alimentos de calidad. El objetivo es favorecer la recuperación y conservación de las áreas naturales cercanas y el compromiso es mantener la vitalidad del bosque.

Los ecosistemas saludables purifican el aire y el agua; mantienen la función de los suelos que regulan el clima y el ciclo de nutrientes necesarios para que crezcan los productos de los cuales nos alimentamos. Es tan simple como decir que dependemos de los ecosistemas para sobrevivir.

Observemos ese mosaico de colores como mucho más que simples espectadores; somos parte de esa inmensa variedad de paisajes y su biodiversidad. Es importante que tengamos el compromiso de conocer los proyectos que están encaminados a protegerla.