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Transportándonos con eficiencia y responsabilidad de A a B, pero de manera sostenible

Afortunadamente, existen alternativas al transporte vehicular, pero es una realidad el que no vamos a reemplazar en el planeta todos los vehículos de manera inmediata. Si lo vemos como una responsabilidad en sostenibilidad, el transporte vehicular también puede contribuir a reducir nuestra huella ambiental. Sólo tenemos que adaptarnos un poco.

Por Francisco Doudebés

Fotografías: The Guardian, Tom’s Automotive, Connected World

El gradual retorno a la normalidad post pandemia ha cambiado nuestros patrones de transporte. Si bien la naturaleza de la pandemia obligó a que usemos menos transporte público, el teletrabajo nos obligó a que usemos menos transporte privado de orden individual. El usar menos de nuestro transporte privado significa que tenemos una gran oportunidad para reducir nuestra huella, pero hay ciertos patrones conductuales que nos pueden llevar a mejorar nuestros resultados.

Si todos nos enfocamos en mejorar nuestras acciones, habremos creado un marco de cultura sostenible y eso nos irá ayudando en varios frentes: descarbonizar gradualmente, crear conciencia, entender el impacto ambiental, e inspirar a que otras personas para que adopten estos nuevas maneras y estilos de seguir con nuestra vida cotidiana.

Aquí hay cinco formas sencillas de hacer que nuestros viajes sean más sostenibles, y si bien todas estas opciones suenan lógicas, la pregunta de fondo es cuántas veces las hemos adoptado en nuestras necesidades diarias de transporte.

  1. Viajes compartidos. Los beneficios son verdaderamente matemáticos. Si un conductor comparte con dos, tres o más, divide las emisiones por el número de pasajeros. Sin embargo, recordemos siempre: el transporte es en la actualidad responsable del 64% del consumo de combustibles fósiles, 27% de la energía que usamos, y 23% de la energía asociada a emisiones de CO2. Si compartimos transporte privado, cambiaremos la estadística. Es muy sencillo.

  2. Aprendamos a viajar ligero. ¿Tu automóvil a veces parece una instalación de almacenamiento, con portabicicletas, cajas y equipos deportivos que lo hacen más pesado? Retira todo lo que no necesites para aligerar tu vehículo y ahorrar gasolina. El consumo aumenta entre 1% y 2% por cada 45 kg en el maletero.
  3. Reduce el uso de aire acondicionado. El uso del aire acondicionado aumenta tu consumo de gasolina hasta en un 20%. Evítalo en viajes cortos; antes de arrancar tu vehículo, baja las ventanas para disminuir la temperatura y luego deja las ventanas cerradas si tienes el aire acondicionado en funcionamiento; ¡acostúmbrate a conducir a temperaturas ligeramente más altas!
  4. Un mantenimiento adecuado es un gran apoyo a la sostenibilidad. Asegúrate de utilizar el aceite de motor correcto para tu automóvil y cámbialo con regularidad. Considera el aceite sintético, que ha demostrado reducir las emisiones de gases de efecto invernadero causadas por la combustión de carbono. El aceite sintético debe cambiarse con menos frecuencia, lo cual es otra ventaja para el medio ambiente. Asegúrate de verificar la presión de tus llantas: la baja presión aumenta el consumo de combustible; por ejemplo, Canadá ha podido cuantificar esta variable y el llevar presión inadecuada en las llantas hace que innecesariamente se consuman 1,8 millones de galones de gasolina anualmente.
  5. Controla la velocidad. Cuanto más rápido conduzcas, mayor será la resistencia al aire de tu automóvil, lo que significa un mayor consumo de gasolina. Minimiza la aceleración y la desaceleración para evitar el desperdicio de gasolina. Intenta anticipar los patrones de tráfico que requieren que frenes con frecuencia y modifica tu velocidad acorde. Conducir a un ritmo suave y constante te permitirá ahorrar dinero en gasolina, pero también reducirá el desgaste de los neumáticos y los frenos. Sal un poco antes de lo habitual y reduce la velocidad, aunque esto es fácil decirlo y complicado de aplicarlo. Sin embargo, eres tú quien decide la huella que dejas.
El transporte es responsable de alrededor de una cuarta parte de las emisiones globales de CO2, el 72% de las cuales provienen de automóviles y otros vehículos de carretera. De 1970 a 2010, dichos vehículos fueron responsables del 80 % del aumento de las emisiones. Más del 90% del combustible utilizado para el transporte es a base de petróleo, principalmente gasolina y diésel.

Sin embargo, hay buenos resultados en países con altas emisiones de CO2, aunque tal vez no lo suficiente. En particular, China, a partir de enero de 2021, había comprometido cinco veces más dinero para la energía limpia que para los combustibles fósiles. China, que priorizó la electrificación de su transporte público con subsidios y regulaciones nacionales, cuenta con más de 400.000 buses eléctricos, cerca del 99% del total mundial. Los vehículos eléctricos podrían expandirse aún más con la adición de estaciones de carga. Sin embargo, muchos países en desarrollo aún necesitan acceso a fuentes de electricidad confiables para que esta opción baja en carbono realmente despegue.

El inicio de este momento casi post pandemia ha puesto en contexto lo que es posible. Transformar mentalidades es el primer paso, y luego con actitudes conductuales podemos dar el segundo paso. Como dijo Enrique Peñalosa, exalcalde de Bogotá: “Un país desarrollado no es un lugar donde los pobres tienen auto. Es donde los estratos altos usan el transporte público”. Oportunidades como el Metro de Quito nos podrán enseñar algunas cosas nuevas, y así más adelante otras ciudades mejorar el modelo.

Mientras tanto, modelos creativos en las Empresas del Grupo Futuro como un teletrabajo dirigido, procesos eficientes, campañas de carpooling, capacitación en sostenibilidad, aplicación de plataformas ESG, y mucho más podrán marcar el paso de un liderazgo que vaya más allá del crecimiento económico. Estamos en buen camino.

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